Tic, tac.. ¿toc?

Al caminar por la acera, con los cascos puestos, mientras estaba en mi mundo, he llegado a una conclusión. Todos somos máquinas. Máquinas que a veces se rompen y necesitan que las arreglemos. Es como un reloj. Que hay que darle cuerda cuando no funciona, limpiarlo, y si tiene algún engranaje que no funciona vamos a la tienda a que lo intenten arreglar. Para eso estamos los amigos. Nosotros somos esa tienda, o ese aceite que necesita una persona para que pueda seguir funcionando hasta dentro de muuuuuuuuuuuuucho tiempo. Somos ese engranaje que sustituye aquel que falla. Si lo pensáis, cuando compramos una estantería y hay que montarla vienen las piezas justas para montarla. Por eso nosotros somos las máquinas que lo movemos. El mundo es esa máquina que tiene unas piezas justas y no sobra ninguna. Es decir, nosotros no sobramos nunca, en ningún sitio, tenemos un objetivo. Un objetivo o una misión en la vida. Gracias a ese objetivo, nos pasamos toda la vida pensando en porque hacemos lo que hacemos y viceversa. ¿Algún día lo alcanzaremos? Puede que si, o puede que no. Pero de momento solo se las piezas que necesito para que funcione perfectamente.

No hay comentarios :

Publicar un comentario