Warrior.

La verdad es que a día de hoy, a 26 de Marzo no sé muy bien donde me encuentro. No sé si he vuelto a ser el que era o si en realidad todo sigue igual y estoy escribiendo esto con el fin de auto-convencerme de algo. ¿Sabéis? En noches como esta son en las que realmente me replanteo las cosas, me replanteo cual es el fin de todo esto, el por qué de este juego al que todos llamamos vida. Siempre he pensando que la meta era encontrar a esa persona, a tu.. por decirlo así, mitad. Pero después de mucho pensar me he dado cuenta de que no, de que todo es mucho más complicado y de que la búsqueda no comienza cuando no la tienes si no cuando más cerca estás de quiénes te quieren. He descubierto muchas cosas. Entre ellas, que no hay que buscar a nadie, que cuánto más buscas, menos encuentras. Pero antes que eso, que no necesitas encontrar a nadie para ser feliz. Pensadlo. ¿Acaso buscaste a tu familia cuando naciste?¿O cuando algún compañero de clase se te acerco a pedir la cera de color verde y tu se la dejaste y empezasteis a ser mejores amigos? No. Y a pesar de todo somos personas a las que queremos (y me arriesgo a decir) más que a nuestra vida. Sinceramente, creo que somos supervivientes. Supervivientes tras una tormenta de malas experiencias que finalmente un amigo, un compañero, tu compañero de habitación que te despierta a las 5 de la madrugada es la botella con un mensaje dentro que te dice: Puedes con todo Unai, adelante. Y mientras tanto, tu cabeza sigue dandole vueltas a las respuestas que no pudiste conseguir. Todo queda anclado, bajo tierra, bajo los recuerdos. Y creo, que esa es la meta final. La de pasar años, y aún así lograr sacar las fuerzas de coger nuestra pala y desenterrar recuerdos, por mucho que nos cueste. Y cuando ya los tengas en la mente, no se te ocurra soltarlos de golpe. Aprovecha. Y juntalos con los que más quieres, que ellos acabarán siendo la "mitad" que tanto buscabas.

Personas de 5 estrellas.

No sé. ¿Lo entendéis? ¿Nunca habéis sentido una presión en el pecho? ¿Un constante miedo? Aunque te paras a pensarlo y el miedo te oprime. Y a la vez te arrepientes y así consigues volver a tener miedo entrando en un círculo vicioso que termina por agotarte. ''Vamos a hacerlo grande'' dijiste. Sigo esperando, sigo haciéndolo. Hace ya tiempo que ronda por mi cabeza la fórmula para conseguir hacerte feliz, aunque por otra parte no me preocupa demasiado. El tiempo todo lo cura o al menos eso dicen al igual que decían muchas otras cosas. Solo quiero algo por lo que perderlo todo y ganarlo y volver a perderlo y así hasta que no se pueda dar más porque llega el momento en el que te encuentras hasta el cuello de mierda. Ahora todo me preocupa. Me preocupa. Claro que me preocupa. Me preocupa que allí fuera no haya nadie que sepa aguantar mis malas caras, mis cambios de humor y mis rabietas de niño pequeño. Supongo que es un miedo que todo el mundo tiene, que todo el mundo sabe llevar pero sin embargo vuelvo a ser la excepción que confirma la regla. No sé llevar esto, la puta preocupación de llegar a ser feliz me revienta cada día, me revienta la cabeza. El poner mi listón ahí arriba acaba cansando y que irónico eh, que yo mismo sea el que poco a poco me autodestruya. En realidad pienso que tampoco pido tanto, pido que alguien me quite la coraza, tener planes y reglas, saltármelas. Esas cosas de las que antes me reía y pensaba que nunca necesitaría. Vuelve a ser irónico. Que alguien que siempre ha proclamado ser un chico independiente y que sabe reírse de sí mismo necesita de la compañía de alguien para no sentirse abandonado. Razón y corazón. Todo en uno. ¿Imposible?

Muñecas - 1x02

"Los límites del amor. El bordillo de mi cama. ¿Dónde acaba la sábana? ¿Dónde empieza el punto exacto de la esquina dónde se pierde la pasión? Dónde todo cambia. Dicen que todos tenemos un límite. Un punto final. ¿Y cuando el todo equivale a tres en la cama? Entonces el final se convierte en puntos suspensivos, y ya nadie sabe lo que puede suceder. A veces, si sumamos pieles, sumamos conflictos. Otras, sumamos vidas, sumamos pupilas, y ampliamos mundos. Mi mundo, su mundo, tu mundo. Un trío casi nunca es un trío. Es una extraña composición de dos más uno. ¿Dónde se ha gestado tu trío? ¿De la alegría o de las penas de perderte? Tú y yo nos perdemos. Él o ella se pierden. ¿Qué te pierde más? ¿El querer dar placer o el recibirlo? ¿Qué te pierde más? ¿El querer infringir dolor, o recibirlo?"


Ya está aquí el recién estrenado segundo capítulo de Muñecas, la webserie que os presentaba hace escasamente un dia aquí. Otro día más tomarán asiento en la consulta de Eva, para encontrar la solución desesperada que este grupo de lesbianas y chico gay intentan buscar en sus vidas.
Pero, si en un lugar donde debe solucionarse los problemas, pasa justo lo contrario, solo podemos hacer que disfrutar de otra entrega más y ver cómo se va poniendo cada vez más interesante.


La terapia ha comenzado, coge tu silla y únete al grupo ¿Cuál es tu problema?




Estreno de... MUÑECAS

"Yo penetro, tú penetras, él penetra, ella penetra. ¿Ella penetra? Sí señores y señoras ella penetra, penetró y penetrará. Me gusta el lenguaje y también la lengua. Y si hablamos de lengua, podemos con una sonrisa de esas maliciosas, hablar de penetración. Es muy curioso como muchas personas cuando escuchan la palabra penetración, ven en el hemisferio izquierdo a un hombre y un pene. Curioso y limitante. Yo tuve una chica que no quería oír hablar ni de penes, dildos, zanahorias y calabacines ¡Y eso que era vegetariana!"

Así empieza Muñecas, la nueva webserie de temática gay, que podemos disfrutar desde el pasado mes de diciembre a través de YouTube. Una serie dispuesta a transmitirnos a través de su historia, la realidad que a muchos nos rodea y pocas veces nos percatamos de estar sumergidos ante esos problemas que somos incapaces de aceptar. Y es que en realidad, no resultamos ser tan distintos unos de los otros, por muchas apariencias que intentemos demostrar. 

¿Aceptas tú la diferencia?

Un grupo de chicas lesbianas y un chico gay se citan ante una psicoanalista freudiana semanalmente para poner orden a sus vidas o al menos esa es la intención. Intentarán poner solución al desorden, en grupo y bajo el mismo techo en cada cita con Eva, la experta dispuesta a ayudarles. Diversas vidas con diferentes problemas y desconocidos entre ellos, pero que quizás compartan muchas cosas en común.

El asco que produce ver como un hombre se acuesta con la mujer que le despierta el deseo sexual, un gay alejado de los estereotipos o los morbos sexuales propios y ajenos es lo que nos espera con las vivencias de este grupo en el primer capítulo de la webserie, Muñecas.

Que lejos ha quedado eso de jugar a las muñecas cuando uno se convierte en una de ellas. Luego el juego cambia por completo cuando se trata de la pura realidad.

La terapia ha comenzado, coge tu silla y únete al grupo. ¿Cuál es tu problema?



Todo esto es cortesía de www.laputarealidad.com ¡NO OS OLVIDEIS VISTARLO!

La ley del más fuerte.

Bueno colegas, empieza a llegar la hora de despedirse, y solo queda decir lo poco que no se ha dicho ya. Termino una pequeña etapa de mi vida, bueno, una ENORME etapa de mi vida que ha hecho cambiar por completo mi punto de vista. Lo que creías que era bueno, ahora es mejor, y lo que pensabas que era malo, ahora lo ves un poco más agradable. Una habitación, una alarma de incendios, o simplemente el McDonald's que estaba una calle más abajo, ha hecho que mi perspectiva se vea dañada. Pero tranquilos, que ha ido a mejor. Descubres momentos históricos que creías que los demás habían olvidado, aprendes que a la mañana siguiente era imposible levantarse y necesitabas de una alarma de incendios a las 4 de la madrugada para ir mentalizándote. Pero lo mejor, lo mejor de todo, son los que acompañan una aventura. Los que te discuten por decirte que mastiques chicle o tragues saliva para que no se te entaponen los oídos, los que te rodean cuando duermes con la boca abierta y al abrir los ojos ya te han hecho doscientas fotos y quinientos vídeos... Esos. Que parece que no y al final te arrepientes de ello, pero... los acabas queriendo y cogiéndoles cariño. Y al final, solo me queda añadir una cosa más. Que he aprendido que el que corre, vuela, y el que no acaba durmiendo, en una cama supletoria. Londres, te voy a echar de menos.










Respira.

Respiro. Los recuerdos vienen y van. La mayoría de las veces se van, pero algunos son un poco tramposos y acaban volviendo como si nada. Una vez vienen puede pasarte dos cosas: O que sea bueno, o que sea malo. Si es malo, no paramos de recordarlo y nos hace cada vez más daño del que una vez nos hizo. Pero también puede ser bueno, ¿no? Si es así agarradlo con fuerza, igual que un niño agarra su globo antes de que se escape. A muchos nos pasa que se nos resbala, y esto es porque los recuerdos también tienen sus más y sus menos. Creemos que si viene algo bueno, tiene que venir algo mal detrás, y si es malo, también. ¿Qué irónico no? Debemos saborear el olor de querer a alguien, la imagen de tocar a nuestra madre o saborear el sonido de una canción que nos recuerde a alguien especial. Muchos cogemos, rompemos con lo malo, y lo metemos en el fondo de una caja a la que llamamos "la caja de los recuerdos". Si es de los recuerdos, será por que lo querrás conservar, ¿o no? Yo creo que sí. Respiro hondo. De hecho, es increíble la cantidad de recuerdos que puedo almacenar en una caja. Y esa caja, hoy, es mi cabeza. Últimamente me han pasado miles de cosas, y todas buenas he de añadir, hasta que una vez te poner a pensar en lo malo que puede venir, y me vino. Con ésto no intento que escuchéis lo que digo, sino que aprendáis de los errores de un chico de 18 años que veía la vida de una manera, más bien oscura. Ahora ya no. Respiro. Intento desperdiciar la mayoría de mi tiempo con mis amigos, los que más quiero. Malgasto mis horas en máquinas expendedoras de sentimientos que se hacen llamar mi familia, a la que adora. Aguanto la respiración. Y gano una millonada quedándome en silencio, en mi habitación memorando los recuerdos que una vez, creía olvidados. Los que me ayudan a ser más fuerte mañana. Los que me prometen una vida mejor, porque lo anterior fue malo. Y los que me juran que el tiempo pasa más rápido de lo que nos damos cuenta. Expiro.

¿Besos únicos rotos?

Hacía mucho que no pasaba por aquí. Y parece ser, que cuando me paso es solo para desahogarme y quedarme un poquito mejor de lo que no estoy hoy. Me daba la sensación de que he dejado esto abandonado, pero no ha sido el único. Muchas veces aguantamos cosas para las que no estamos preparadas para vivir. El cerebro esta hecho para sobrevivir, por eso cuando nos dicen algo que nos choca, todo el sistema hace ¡Puff! y se acabo. ¿Acabarse? No sabía ni si algo había empezado. Pero lo mejor no es eso, lo mejor es que siempre quiero lo mejor para los demás (y así me va la verdad...). Quiero detener el tiempo, volar, y aprovechar que las nubes están esponjosas para que con mis lágrimas se produzca una tormenta torrencial. Así todo el mundo sufrirá lo que sufro. Sin embargo, ¿es eso justo? Yo creo que no. Por eso lo que hacemos es acogernos a algún cojín, llegar a las tantas de la madrugada y llorarle las penas. Millones de veces he dicho que llorar no es bueno por alguien que no se lo merece, pero hay algunas que si se lo merecen. No por ser mala gente, si no por todo lo contrario. Te gusta esa manera que tiene de ver la vida, esa manera de aprovechar hasta el último minuto, o esos pensamientos que hacen que se suba a la parra y se le vaya la cabeza. Por cosas como esas, lloramos, no yo, si no todos. Y el que diga lo contrario, miente de una manera descomunal. Sí, si, todos hemos dejado caer lo que algunos llamáis "sudor de los ojos" para parecer mas machotes. Mientras que los buenos de verdad, solo nos limpiamos y dejamos todo pasar. Y para colmo de todo, soy de esos que tienen que parecer que esta feliz siempre. Pero lo hago por algo. Por que los demás no tienen la culpa de lo que a mí me pase y porque ellos se merecen ser todo lo felices que puedan, y si yo puedo ayudarles, lo haré. Hasta el infinito y más allá.

Digievolución.

Hace ya dos meses que no paso por aquí, que irónico, ¿no? Ese número siempre acaba persiguiéndome. Al igual que nos persiguen y perseguimos tantas cosas. Y todo esto es porque somos piezas vulnerables a casi todo lo que tenga que ver con el contacto, el de unas manos o una piel. Somos jóvenes, frágiles y multitud, nos piden cosas que nos están grandes y que vemos muy lejos, y las metas que nos ponemos nosotros son aún más enormes y están a cientos de kilómetros más. Por eso mismo, en el camino, nuestro camino, quien más difícil lo tiene es quien más grande se hace. Puedo rozar lo extraño si digo que me gusta pasarlo mal. Me gusta porque me lo han puesto todo muy fácil durante mi infancia, pero cuando llegó la época de cambios, cuando pasamos de ser unos inocentes niños a unos jóvenes soñadores todo cambió. Es ahora cuando las cosas que más me hacen romperme por dentro son las que más me hacen crecer, más me hacen aprender. Si sé tanto es porque he vivido muy deprisa.

Pero aún así, aún no tengo la clave de como controlar la situación y me da la sensación de que aunque pasen mil años, no la tendré. Me conformo con saber cosas como:

-Que el miedo te hace pensar de otra forma, te hace perder cosas.

-Que cuando pierdes las cosas son cuando te das cuenta de lo que tenías.

-Que cuando recuperamos lo que perdimos, nos sentimos tan seguros que lo descuidamos.

-Que lo imposible es lo más placentero y lo que mas daño nos hace a la larga.

-Que cuando nos rompen en mil pedazos nos volvemos mezquinos, ruines y desconfiamos de todo cuanto exista.

-Que debemos mirar por nosotros y por nadie más, siempre teniendo en cuenta las personas a las que dejamos estar ahí en los momentos de mayor miseria.

-Que no podemos tener como prioridad a otro ser, ni si quiera a algo material, si no a una de nuestras metas.

-Que llega un momento en que las cosas no te importan, y cuanto menos lo hacen mas atención te reclaman.

Para mí, los mejores profesores son los momentos. Por eso, aunque todo esté en pleno caos, incluso nuestra propia mente en conflicto con nuestro débil corazón, siempre hay que luchar por esos momentos, los que nos han enseñado, los que nos han hecho crecer, sonreír, llorar, estremecernos, sangrar, odiar y sobre todo... Sentir.