¿Hasta luego?
"Y llegó el día gloricioso". Y es así. Sabías que un momento como este iba a llegar pero no lo veías tan cerca hace tres meses, cuando tus amigos te daban el pie a ir a por todas. Debo admitir que intenté no ilusionarme, pero poco a poco he acabado con la espada en el suelo y de rodillas. Me he rendido. Todo por lo que una vez soñaste se rompió, como el vaso que tiraste cuando tenías seis años sin querer y lo intentabas arreglar con pegamento para que tus padres no se enterarán. Creemos que somos de piedra muchas veces, pero la cantidad de veces que lo pensamos, estamos equivocados. Gritamos a los cuatro vientos lo que nos pasa y a pesar de todo se nos sigue escuchando lo mismo que la respiración de un pez bajo el agua. Nos hacemos insignificantes, pequeños, justo en el momento que alguien viene por detrás y tira por tierra todo el castillo de cartas que habías construido para intentar llegar a los labios de esa persona que hacía sentirte especial. Es como si tu fueras ese cielo azul que tanto te ha costado mantener, y todos los problemas las nubes que se acercan a ti por todos los costados. Es ahí cuando te nublas y te das cuenta de que algo va mal y tienes que asumirlo. Detesto admitir que los demás tienen la razón pero son mis amigos y más ahora que nunca. Unos se van y no se si despedirme de ellos para siempre o solo esperar dos minutos, abrazarle y decirle al oído: Eres lo mejor que me ha pasado nunca. Pero no, soy fuerte, lo se. O por lo menos quiero pensar que lo soy y no quiero darme por vencido tan rápido como lo hicieron otros tantos que fueron delante de mí. Ahora me veo bien, veo una luz, esa tal 'esperanza' que dicen es la única que no se pierde. Seguiré hasta el final, me arrodillaré ante cualquier plebeyo siendo rey si hace falta, y haré amistades en enemigos solo para hacer feliz a quién una vez sonrío gracias a mis palabras.
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