Gente que viene, gente que va.

Ahora que los días van siendo cada vez más cortos y el frío ya esta llamando a nuestra puerta me pongo a pensar, y a pesar de que este no haya sido el mejor verano de mi vida sí que ha sido el que más me ha hecho aprender. De hecho he aprendido que las personas van y vienen de tu vida, que hay que saber quién merece tu confianza y quién no, que los "para siempre" suelen convertirse en un "para un tiempo". De igual forma, me he dado cuenta de que la vida puede cambiarte en un instante con una simple decisión, que no es bueno acostumbrarse a nada y que no hay que obligar a nadie a permanecer en tu vida. Las cosas, las personas, los sentimientos cambian pero lo que ha estado destinado a ser de una forma, tarde o temprano lo será. Solo espero poner en práctica esta nueva etapa de mi vida todo lo que en este tiempo he ido aprendiendo, y sobre todo espero no equivocarme ni en cuánto a decisiones ni en cuánto a personas. Muchos pensamos que tenemos que llegar a un límites que para ti son insospechados, pero lo único que teneos que hacer es no competir con nadie y poner nuestros propios limites. Es como ese típico tweet de A veces, cuando digo: "Estoy bien" Lo que quiero es que alguien me mire a los ojos, me abrace fuerte y diga: "Yo sé que no lo estas". Tiene toda la razón del mundo, pero no tenemos que permitir que nuestro cerebro actúe antes que nuestras emociones, ya que si de ellas dependiéramos podríamos ser mucho más felices de lo que somos. Solo basta con decir que nos ayudan a hacernos más fuertes cuando algo sale mal, o nos intentan sacar una sonrisa cuando alguien nos ha hecho sentir tristes mediante recuerdos felices. A pesar de todo ahora sabes quién eres y en quién confiar.

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