Nunca te rindas.

Es a veces, cuando estas cansado, que llegas a casa, los pies están a punto de reventar y te tumbas y sientes como el cosquilleo de estar encima de algo mullido te hace sentir tan bien. Pero en esos momentos también tienes la capacidad de soñar mas rápidamente y no siempre es bueno. Al día siguiente, te levantas, y cuando subes la persiana y el sol deslumbra tu habitación sabes que tienes que levantarte. Pero el cuerpo te pide estar un poquito mas tumbado en la cama, y ahí es cuando todos metemos la pata. Ahí es cuando la mente empieza a desarrollar todo lo que había pasado la noche anterior. Como el chico que te llamó la atención una vez, ya te la va llamando menos, y alguien nuevo se presenta. No alguien cualquiera, si no alguien que te ha hecho sentir y olvidar lo que una vez sentiste por primera vez, cuando eras inocente. Ese cosquilleo que te entraba cuando te hablaba y te paralizaba de arriba abajo, se vuelve a repetir de nuevo. El miedo te corrompe por dentro, puesto que la primera vez no te fue bien, y el mecanismo de defensa de tu cuerpo te pone alerta. Tú no quieres escucharla, pero sigue ahí. Notas que estar sin hacer nada no es bueno para ti, asi que pones la música para despejarte un poco del desfase que te diste ayer y la música te entra tanto por un oído que no escuchas nada más. Tus pensamientos se nublan y te olvidas de todo. O casi todo. La mirada que le hiciste no fue precisamente de "no te conozco de nada" si no de "quiero conocerte". Sé que la vida siempre me ha demostrado que todo vuelve a ti, de la mejor o la peor manera, pero vuelve dándote una patada en el culo. No se si aprovechar o salir huyendo, pero se que ese sueño es lo bastante grande para no perderlo de vista mientras lo persigo.

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