Bueno y malo, siempre van juntos.


Hay muchos momentos, por los que no te gustaría pasar. Y otros que estas deseando que pases. Muchas veces se juntan estos dos, y no tienes ni la menor idea de que hacer. Es decir, siempre has pensado en la idea de tu príncipe o princesa ideal, y cuando la encuentras y ves que no eres el suyo llega el momento que piensas que hubiera sido mejor, no haberle dicho nada. A pesar de esto, puede ser mucho peor. Cuando conoces a alguien con el que quieres estar y deseas que este a tu lado y se lo dices, ya te estás exponiendo. Pero te da igual. Sigues adelante pensando que nunca nada os va a poder pararos, y es entonces cuando tu cabeza se pone a pensar. Cosa mala. Se pone a pensar en cosas que no te gustan y ves en alguien que te parecía perfecto, cosas que no lo son. Puedes pasar, como hacemos muchos, pero tragar y tragar no es bueno. Por eso llega el momento mas duro de todos, decir adiós. Todos los que me conocen saben de muy buena tinta que odio las despedidas, y que siempre intento evitarlas a toda costa, intentando llegar al punto en el que me olvido de todo, pero no es posible. Ves que te hace sentir inferior a él, pero 1 momento bueno, no compensa a 10 momentos malos. Sé que debería luchar a toda costa, pero seguí luchando incluso hasta cuando se me dijo que parara, y cuando lo conseguí, no pude parar de acribillarle a mimos... Siempre he pensado que alguien que te quiere nunca te hace daño, pero a veces la regla se rompe en mil pedazos, igual que los recuerdos acumulados en tu memoria.

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