Respira.

Respiro. Los recuerdos vienen y van. La mayoría de las veces se van, pero algunos son un poco tramposos y acaban volviendo como si nada. Una vez vienen puede pasarte dos cosas: O que sea bueno, o que sea malo. Si es malo, no paramos de recordarlo y nos hace cada vez más daño del que una vez nos hizo. Pero también puede ser bueno, ¿no? Si es así agarradlo con fuerza, igual que un niño agarra su globo antes de que se escape. A muchos nos pasa que se nos resbala, y esto es porque los recuerdos también tienen sus más y sus menos. Creemos que si viene algo bueno, tiene que venir algo mal detrás, y si es malo, también. ¿Qué irónico no? Debemos saborear el olor de querer a alguien, la imagen de tocar a nuestra madre o saborear el sonido de una canción que nos recuerde a alguien especial. Muchos cogemos, rompemos con lo malo, y lo metemos en el fondo de una caja a la que llamamos "la caja de los recuerdos". Si es de los recuerdos, será por que lo querrás conservar, ¿o no? Yo creo que sí. Respiro hondo. De hecho, es increíble la cantidad de recuerdos que puedo almacenar en una caja. Y esa caja, hoy, es mi cabeza. Últimamente me han pasado miles de cosas, y todas buenas he de añadir, hasta que una vez te poner a pensar en lo malo que puede venir, y me vino. Con ésto no intento que escuchéis lo que digo, sino que aprendáis de los errores de un chico de 18 años que veía la vida de una manera, más bien oscura. Ahora ya no. Respiro. Intento desperdiciar la mayoría de mi tiempo con mis amigos, los que más quiero. Malgasto mis horas en máquinas expendedoras de sentimientos que se hacen llamar mi familia, a la que adora. Aguanto la respiración. Y gano una millonada quedándome en silencio, en mi habitación memorando los recuerdos que una vez, creía olvidados. Los que me ayudan a ser más fuerte mañana. Los que me prometen una vida mejor, porque lo anterior fue malo. Y los que me juran que el tiempo pasa más rápido de lo que nos damos cuenta. Expiro.

No hay comentarios :

Publicar un comentario