Aferrarse a los diecisiete.

Es ahora o nunca. Y decido quedarme aquí. Viviendo los mejores años que he tenido. Mis diecisiete. No quiero crecer jamás. Quiero quedarme igual que estoy ahora, sin cambiar nada de mí, porque si no, ya no sería yo. Conoceré gente diferente, experiencias nuevas y momentos espectaculares, aunque deberé hacer un sacrificio aún mayor. Dejo a un lado mi familia, que crecerá, envejecerá cada vez más rápido y no podré ver a mi madre cocinar pasteles para nochevieja o abrir los regalos en su cumpleaños porque yo seré muy joven para cuidar de ella. También dejaré a las mejores amigas que he tenido, que se irán cada una a una ciudad diferente, crearán una familia y probablemente se vayan más lejos de lo que yo pueda ir porque no puedo viajar solo siendo menor de edad. Está muy bien en pensar como Peter Pan viajó a Nunca Jamás y se quedó allí para siempre, dándole igual todo, puesto que era huérfano. Pero si que es verdad que no es fácil olvidarse de todo lo que una vez te ha rodeado y... ¡puff! por arte de magia que hayan desaparecido y apenas se acuerden ti. Que ni siquiera te manden una postal, porque están muy ocupadas trabajando o cuidando a sus hijos, o no tanto pero, si estudiando para sacarse una carrera y salir adelante. No es bueno aferrarse a nada, aunque tampoco es bueno no hacerlo a algo. Todos debemos tener sueños, ya se puedan hacer reales o no, pero sueños que nos ayuden a intentar cumplirlos y así tener un objetivo en la vida. Demostrar que podemos ser felices sin que se realicen, aunque no alcancemos la plena felicidad si no los cumplimos. Sin embargo, a pesar de todo, si pudiera tener un poder, sería poder parar el tiempo, para que pueda disfrutar de todos ellos el mayor tiempo posible, aunque tuviera que darme cuenta de que no se puede vivir siempre en un mismo minuto.

No hay comentarios :

Publicar un comentario