La solución: Valor.
Hoy he decidido amarme de valor y ponerme en pie. Mirar de frente y no correr ante la gente. Saber elegir y renunciar. Reír cuando toca reír y llorar lo que no hay que guardar. Derramar la tristeza y alimentarme de la felicidad que desprendo al resto del mundo. Bajar la escaleras y no tropezar, y si tropiezo no dudar en levantarme, porque caerse es muy fácil, pero equivocarse aún más y no importa cuantas veces me equivoque si eso me enseña a ser más fuerte. Porque es lo que ha conseguido que encuentre las palabras para ser más fuerte. Porque el final de un camino, sólo es el principio de otro y lo único importante es la persona que escoges para que camine a tu lado, aunque sea para esconderse en un desierto. Y esconderse es lo que menos te importa. Lo que te importa es que estás tocando con la yema de los dedos eso con lo que has estado soñando toda tu vida; y ya solo importa el hoy, y lo que queda por venir. Porque no se puede borrar lo que ya está escrito, y porque la vida es aquello que te sucede mientras tú tratas de hacer otra cosa… Son como los grumos del cola cao, como el agua fría cuando te metes a la ducha, es como decir si, cuando lo único que quieres es dejar de asentirle a todo el mundo. Las personas cambian, el mundo cambia, y a ti te da la sensación de que sigues igual, pero no es así. Tu forma de ver las cosas que te pasan cambian, y cambian de una manera tan sutil que es imperceptible. Bebe, come, salta, baila, GRITA! que todo es necesario para ser una persona feliz.
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