A golpes de ignorancia.

Miramos de frente a los problemas, pero lo único que encontramos son reflejos. Reflejos nuestros. Todos los reflejos de los espejos en los que nos hemos mirado. Observamos las criticas detenidamente, y valoramos si nos harán daño o no. Pero nos volvemos a encontrar. Queramos o no, todas las oportunidades que se nos presentan siempre acaban siendo pensamientos nuestros, que cremos con positividad o negatividad. Nosotros elegimos. A lo largo de la vida  nos toca elegir muchisimos caminos. Caminos que se ensanchan cada vez más, pero que nunca se separan. Y eso es lo importante. La esencia, y no la apriencia. Lo que es de verdad. Eso que tanto valoramos cuando nos cuentan el último cotilleo, o esa sonrisa que causamos cuando nos preocupamos. Creemos que todos somos libres de hacer lo que queramos, pero no es cierto. A veces tenemos limites que, de hecho, nos limitan (valga la redundancia). Aunque esos limites, podemos superarlos si ponemos nuestra fuerza en ello. Si somos capaces de crear sueños de la nada, ¿por qué no podemos ser capaces de decidir si algo nos va a salir bien o mal? Un ejemplo claro; no nos creemos capacitados para sacar buena nota en un examen, pero si vamos pensando que nos saldrá mal.... (ya sabeis la respuesta) saldrá mal. Todo lo tenemos tan cerca, pero a la vez tan lejos. Sin embargo, muchas veces, debemos bajar de las nubes y no creernos superheroes, puesto que no lo somos. Aunque la mayoría de los días lo pensemos. Hoy escribo desde un punto de vista mas realista, pero no significa que no lo vea de una manera subjetiva. Solo quiero que miremos el horizonte según lo miremos cada uno. Ya sea de color rosa, azul, verde o gris. Pero, una cosa más, solo recuerdo una calle llena de rosales con espinas en la que me tuve que abrir camino para hacerme un hueco entre los demás.

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