Applause.

Cuando menos te lo esperas, te han vuelto a decepcionar. Empiezas a creer que todo el mundo te falla, y que aquel juego de ladrillos que tanto te gustaba se derrumba más fácilmente. Duele ¿verdad? Pensar que los que más querías ahora son únicamente desconocidos que se van apartando lentamente, mientras se convierten en sombras cada vez mas alejadas. Aunque para mí, no ha sido una gran pérdida. ¿A caso me debo de preocupar por alguien que me hizo sentir tan pequeño y que no ha sabido valorarme? Yo te doy la respuesta: no. Si hay algo que he aprendido con los años es que hay que mirar en el interior de las personas. Cada persona descubre su centro a medida que va creciendo con los años, y el mío, es la esperanza. Intentar mantener esa chispa, esa luz en los corazones de los que han sido heridos en una batalla muy dura. Tan dura que es inimaginable el daño que unas pocas palabras pueden causar. Intentas que los problemas desaparezcan entre un mar de lágrimas, por que en ese momento es a lo único a lo que le puedes hacer frente, a la realidad. No es lo mismo contarlo que vivirlo, por lo que se de lo que hablo. Cada mañana me levanto intentando ser lo más feliz posible para que los demás se contagien de esto, aunque yo no me sienta así. Pero al fin y al cabo, es mi trabajo como amigo ¿no? No penséis que lo hago como una obligación, todo lo contrario. Aprovecho cada día para crear en ellos una sonrisa mas brillante, una risa mas fuerte y unos corazones mas esperanzados. Cuando descubráis vuestro centro, sabréis quiénes sois y será el momento de escoger el camino definitivo: olvidar a aquellos que una vez fueron importantes y no te dejaban ser como eres, o continuar navegando por una corriente de viento que va en tu contra, hasta hacerte llorar de nuevo. La decisión es tuya. Aún así, solo se una cosa, los de verdad, no son siempre los que han permanecido durante toda tu vida, si no los nuevos turistas que aparecen en tu vida, cuando menos te lo esperas.